Las familias de los 43: un grito por justicia

Han transcurrido más de nueve años desde la fatídica noche del 26 de septiembre de 2014, cuando 43 alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa fueron secuestrados en Iguala, Guerrero, México. A pesar del tiempo que ha pasado, los parientes de los estudiantes continúan con su incansable lucha por obtener respuestas y justicia. Esta desaparición colectiva se ha convertido en un emblema del grave problema de impunidad y corrupción en México, un país donde más de 110,000 individuos han desaparecido en el contexto de la violencia narcotraficante.

Luz María Telumbre es una de las madres que mantiene viva la esperanza. Su hijo, Christian, fue uno de los estudiantes desaparecidos y, aunque en 2020 se identificó un fragmento óseo como suyo, Luz María asegura que no cesará su búsqueda hasta descubrir toda la verdad. «Mientras no tenga el cuerpo completo, mi lucha continúa… hasta que los responsables sean castigados», afirma, expresando el sentir de muchas familias que aún aguardan justicia.

Luz María Telumbre es una de las madres que no ha perdido la esperanza. Su hijo, Christian, estaba entre los estudiantes desaparecidos, y aunque en 2020 se encontró un fragmento de hueso que pertenecía a él, Luz María afirma que su búsqueda no terminará hasta conocer toda la verdad. “Mientras no tenga el cuerpo completo, mi lucha sigue… hasta que caigan los culpables”, declara, reflejando el sentimiento de muchas familias que aún esperan justicia.

Al principio, las autoridades mexicanas ofrecieron lo que llamaron la «verdad histórica». Según esta explicación, policías corruptos entregaron a los estudiantes al cartel Guerreros Unidos, quienes los mataron, incineraron sus cuerpos en un vertedero y lanzaron las cenizas al río San Juan. Esta narrativa, presentada por el director de la Agencia de Investigación Criminal en ese momento, Tomás Zerón, fue duramente criticada por las familias, que la vieron como un intento de cerrar el caso sin identificar a los culpables.

A medida que pasó el tiempo, surgieron evidencias que pusieron en duda esta versión. Investigaciones independientes destaparon irregularidades en los procesos, como casos de torturas a testigos y manipulación de pruebas. Además, se hallaron restos humanos en ubicaciones completamente diferentes a las indicadas en la “verdad histórica”, lo que debilitó aún más la credibilidad de la versión oficial.

Con el tiempo, surgieron pruebas que cuestionaron esta versión. Investigaciones independientes revelaron irregularidades en los procedimientos, incluyendo torturas a testigos y pruebas manipuladas. Incluso se descubrieron restos humanos en lugares completamente distintos a los señalados en la “verdad histórica”, lo que debilitó aún más la credibilidad de la narrativa oficial.

En 2019, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se comprometió a reabrir el caso mediante una nueva investigación, liderada por el abogado de derechos humanos Omar Gómez Trejo. Este equipo descubrió videos que mostraban interrogatorios ilegales llevados a cabo en la primera investigación, donde se evidenció la tortura por parte de las autoridades. Estas nuevas pruebas llevaron al retiro de cargos contra algunos de los sospechosos originales y a la emisión de órdenes de arresto contra altos funcionarios, incluido Tomás Zerón, quien escapó a Israel y niega haber participado en la tortura de testigos.

Aunque se han logrado avances, las tensiones continúan. El rol del ejército en los sucesos de Iguala sigue siendo un asunto delicado. Se sabe que el ejército observaba la situación en tiempo real y hasta tenía infiltrados en la escuela de Ayotzinapa, pero no actuó para impedir la desaparición de los estudiantes. Aunque el presidente López Obrador ha ordenado que se entregue toda la información militar relacionada, los investigadores denuncian una falta de cooperación y obstrucción por parte de las fuerzas armadas.

Un desafío mayor: corrupción e impunidad

Un problema mayor: la corrupción y la impunidad

El caso Ayotzinapa no solo refleja la tragedia de las familias afectadas, sino también los graves problemas estructurales en México. La complicidad entre autoridades y el crimen organizado quedó expuesta, con pruebas que indican que los Guerreros Unidos utilizaban autobuses para traficar droga hacia Estados Unidos. Se sospecha que los estudiantes tomaron, sin saberlo, un autobús vinculado a estas operaciones, lo que desató la violencia en su contra.

Una batalla sin fin

Para las familias, el paso del tiempo no ha mitigado el dolor ni la firmeza. Cristina Bautista, madre de Benjamín, uno de los desaparecidos, asegura que seguirá buscando a su hijo hasta su último suspiro. «Con nosotros se equivocaron», afirma, aludiendo a los intentos del gobierno por acallar sus exigencias.

Para las familias, el tiempo no ha borrado el dolor ni la determinación. Cristina Bautista, madre de Benjamín, uno de los desaparecidos, asegura que continuará buscando a su hijo hasta su último aliento. “Con nosotros se equivocaron”, dice, refiriéndose a los intentos del gobierno de silenciar sus demandas.

El caso Ayotzinapa sigue siendo un recordatorio de las profundas fallas en el sistema de justicia mexicano. Las familias de los 43 estudiantes, junto con organizaciones de derechos humanos, continúan exigiendo verdad y justicia, no solo para sus seres queridos, sino para todas las víctimas de la violencia en el país. Su lucha no solo busca respuestas, sino también un cambio en un sistema que ha permitido que tragedias como esta ocurran una y otra vez.

By Jaime Navarro